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En los últimos días hemos visto aparecer una multitud de noticias acerca del casi desconocido pero ya archifamoso virus del Ébola. La alerta sanitaria es elevada y la preocupación social y reacciones populares cada vez más crecientes. El último movimiento popular, sorprendente cuanto menos, ha sido el que defendía la vida del perro de la enfermera infectada, pese a que este podría ser una amenaza para la salud pública. Fue este hecho y el último mensaje del Gobierno afirmando que si hay otro infectado no dudarán en repatriarlo lo que me empujó a escribir el presente post, a reflexionar sobre como la terciopelada tela de la moral, puede convertirse en una peligrosa venda que provoca la ceguera de la razón.

Comenzaré remontándome al inicio del asunto (inicio mediático, porque el virus lleva años provocando la muerte de numerosas personas, aunque hasta ahora a muchos no les merecía la pena hacerse eco de ello). Pues bien, el virus llegó de la mano de un misionero infectado que fue repatriado por nuestro Gobierno, popularmente invitado a actuar en pro de la defensa de los derechos humanos, de la solidaridad y la comprensión: en pro de la marcada moralidad que abandera el estado español. Por todos era sabido que el riesgo de dicha repatriación era muy elevado, que el misionero portaba un virus mortal y sin cura conocida. Pero no importaba, había que actuar como ‘la moral’ dicta aunque ello supusiera un riesgo para toda la sociedad.

Pero, pensemos un poco más allá, seamos razonables. ¿Por qué estaba infectada esa persona? Si se piensa en los motivos por los que el hombre acabó infectado se atisba una clara relación causal entre su decisión voluntaria de dedicar su vida a las misiones y la infección. Y es esa valentía de exponerse a los riesgos que implica una misión lo que honra tanto a las personas que las realizan. ¿Pero si se ha infectado, quién es responsable? ¿Toda la sociedad o él que decidió correr el riesgo? La respuesta es obvia, él y solo él. Ahora bien, ¿Hay que tratar de salvarlo? Si, obviamente, si se puede salvar a un ser humano debería hacerse. Otra cosa es quien debe costearlo, pero no es el tema de este post ¿Pero qué pasa si hay otras vidas en juego? Una respuesta basada en la moral y la razón nos llevaría a ponderar entre la vida de esta persona y el riesgo social que supone salvarlo. Pero la Neomoral, ciega de toda razón, obliga a salvarlo a toda costa. ¡No se puede dejar morir a nadie, es inhumano! Entonces, ¿Habría que poner en riesgo a toda la sociedad solo por salvarlo? Mi respuesta sería contundente: NO. Y es que cualquier razonamiento lógico llevaría a la conclusión de que la vida de miles de personas vale más que la de una por triste que sea tener que decidir y, por tanto, hay riesgos que no se pueden ni deben correr. Pero los Neomoralistas no nos permiten elegir, nos obligan a hacer lo posible por salvarlo, al precio que sea. Porque para estos extremistas morales da igual el riesgo, ellos se abanderan de lo que creen el bien absoluto, su moral radical, y presionan, fuerzan al resto de individuos gracias al status de conocedores de los caminos a seguir por el pueblo que les da su auto-investida superioridad moral.

Pero ¿Era realmente más moral repatriarlo pese al riesgo? es decir ¿Es moral poner en riesgo a todo un país por salvar a una persona? Para contestar esta pregunta es necesario dar un giro al enfoque y verlo desde la parte del infectado que tiene dos opciones:

  1. a) Por un lado asumir las consecuencias de sus actos y resignarse a luchar contra su enfermedad allí donde la contrajo para no infectar al resto de la sociedad. Convertirse en otro de los numerosos héroes anónimos sin los cuales este mundo sería menos humano. Hacer eso que solo algunos osados pueden, actuar responsabilidad y consecuencia con las propias decisiones, ¡Vaya barbaridades propongo!
  2. b) Por otro lado, la opción egoísta de tratar de salvarse a toda costa, poniendo en riesgo a toda una sociedad. ¿Pero quién va a consentirle eso? ¿Habría que estar loco para hacerlo no? Pues no, basta con estar ciego de razón y ser un Neomoralista auto-investido de la supremacía del conocimiento humanitario máximo para sentirse en la obligación de salvar a cualquier humano a cualquier precio. Eso sí que sea español, que los negritos llevan muriendo hace mucho tiempo y, como decía el conocido grupo musical Ska-p, aquí no pasa nada, nos comemos la tostada.

Total, que la fuerte presión ejercida por los grupos neomoralistas vence en numerosas ocasiones echando por tierra todo uso de la razón y obligándonos a locuras como traer un potencial riesgo sanitario a esta sociedad en la que una multitud de individuos no quieren ni asumirlo ni costearlo pero se ven obligados a ello. Sea como fuere la repatriación se realizó y por desgracia el riesgo se materializó en una enfermera infectada y su entorno en riesgo de estarlo también. Y, tras esto, solo queda recapacitar sobre lo que se ha hecho mal y pensar que de los errores se aprende ¡JA! Ahí es donde viene otro varapalo al chocar de frente con la realidad social de este país y ver cómo la gente sigue poseída por la neomoral, esta vez animalista, luchando por salvar al pobre perro de la enfermera sin importar que este pueda suponer una amenaza sanitaria. Otra vez la razón queda cegada por la neomoral y de nuevo no se aprende de los errores si no que se lucha abiertamente para seguir repitiéndolos.

Así, solo me queda pedirles señores que abran los ojos, usen la razón y vean que todo extremo es malo, por bueno que parezca su fondo. Que desconfíen de quien se auto-inviste de conocedor de los valores, de sabedor del bien y conocedor de los caminos a seguir por el pueblo. Y, por favor, no tropiecen una y otra vez con la misma piedra, libérense de la neomoralidad que nos llevó a cometer errores como traer un potencial riesgo a nuestro país, a ignorar la irresponsabilidad del infectado no asumiendo las consecuencias de sus actos y arriesgando la seguridad de todo un país por salvarse. Y, finalmente, pregúntense dónde han quedado los héroes que se sacrifican por el bien común. ¡Ah no! que esas historias épicas donde se daba todo por el bien de la sociedad ya solo valen para recaudar impuestos y recortar libertades.

 

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