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En los últimos años la situación política y económica que atraviesa el estado español está haciendo que afloren distintas inquietudes e intereses en un sector de la población tan importante como es la juventud. Este estrato social se muestra cada vez más cansado e intolerante ante la hipocresía, falta de responsabilidad, incoherencia y la mala gestión que se viene llevando a cabo en España a lo largo de los últimos años. A la vez que sueña con la posibilidad de liberarse de aquellos que se enriquecen injustamente con el dinero “público”; reclamando para sí mismos mayor autonomía y poder de decisión.

Así, es cada vez más común encontrar jóvenes realmente preocupados e implicados con la realidad social y económica del país, con la intención de cambiar las cosas y luchar por una mejor situación mediante el abandono de la actitud despreocupada y reticente a la asunción de responsabilidades para lograr una mayor libertad para gestionarse y decidir qué hacer con su vida y, cómo no, con sus recursos económicos. De esta forma cada vez se hace más latente que el difícil contexto político-económico que está atravesando esta generación ha venido a convertirse en la fuente de una mayor implicación que deriva en el abandono de la actitud conformista y despreocupada que, por desgracia, ha caracterizado durante algunos años a la juventud de este gran país. Y es dejando atrás dicha actitud como comienzan a resurgir inquietudes y cualidades innatas del espíritu joven como son la creatividad, la confianza, la autonomía y las ganas de luchar por lo que verdaderamente se cree.

Alimentada con este ánimo se está empezando a difundir entre los más jóvenes una corriente de pensamiento como el liberalismo que defiende la libertad en todos los sentidos tanto económico como social y político. A nivel político tratan de desmarcarse de todo tipo de ideología y partido; mientras que a nivel social luchan por una libertad real y efectiva cuyo límite único se encuentra en la libertad y derecho ajenos, a la vez que defienden la verdadera igualdad, todo ello de una forma responsable, conscientes de la necesidad de acatar un marco normativo mínimo que garantice el bienestar y libertad de las personas, evitando que la sociedad caiga en el caos de la anarquía.

Mientras, a nivel económico el movimiento liberal trata de evitar las intromisiones del Estado en las relaciones mercantiles entre los individuos deseando una regulación básica y mínima sobre el comercio y la producción que permita a los distintos agentes del mercado actuar de forma libre en el mismo; gestionando sus recursos así como quieran y velando por sus intereses con el solo límite de no menoscabar las libertades y derechos de los demás individuos. Esta intromisión mínima del Estado en los asuntos económicos conlleva, claramente, la máxima disminución de impuestos posible y, cómo no, de servicios sociales. Pues el liberalismo no cae en la hipocresía ni la conveniencia buscando una reducción de las contribuciones públicas pero manteniendo los servicios sociales, sino todo lo contrario. Trata de construir una sociedad donde todos los individuos sean iguales buscando una competencia justa donde exista la igualdad de condiciones, sin restricciones ni manipulaciones, evitando la proliferación de ventajas individuales procedentes de dinero público como subvenciones o subsidios que favorecen a ciertos individuos y benefician solo a parte de la sociedad mermando la libre competencia mediante el trato desigual de personas que, tal como defiende el liberalismo, son iguales y por tanto merecen las mismas condiciones.

Así los jóvenes españoles están comenzando a querer independizarse de “papá” Estado, siendo conscientes que son individuos fuertes, libres y con capacidad y derecho para gestionarse por sí mismos sin interferencias estatales. Esa independencia es la que más asusta a aquellos detractores del movimiento liberal, en cuanto la ven como amenaza a la estabilidad social obviando que el hombre por su naturaleza humana es social y, por tanto, en un entorno de libertad desarrollará conductas beneficiosas para la estabilidad y desarrollo de la sociedad impulsando el bien común. En este sentido es ineludible aludir a todo un ilustre de la filosofía económica como Adam Smith, quien señalaba que los individuos en la búsqueda de su beneficio individual son conducidos por una mano invisible a promover el bienestar general, aun no siendo este su propósito, pues inherente a la condición de ser humano viene el egoísmo pero también la conmiseración.

A esto cabe añadir que la libertad en los mercados provoca una suma de intereses privados dando lugar a ofertas y demandas en los mercados cuyas diferencias se contrarrestan tendiendo a llegar al equilibrio natural del ser humano, la búsqueda del interés propio sin menoscabar el de los de los demás, lo que sería el óptimo social de Pareto.  Pues tal como es cierto que existen hombres cuyo egoísmo supere su conmiseración y espíritu social también se dan casos inversos, por lo que el agregado del mercado dará lugar a la compensación de estas conductas y permitirá un mercado estable que aporte beneficio social sin que sea necesaria una intervención estatal en el mismo. Así las conductas intervencionistas solo pueden estar justificadas en la erradicación de aquellas, escasas e inevitables, conductas extremas no coherentes con la naturaleza propia del ser humano que merecen ser controladas y reprochadas. Esto justifica el marco legal mínimo al que los liberales están dispuestos a someterse, pero en ningún momento puede dar pie al intervencionismo estatal ni a la existencia de impuestos que, como bien se sabe, producen una grave ineficiencia en el mercado.

Ciertamente una medida tan populista como la cuasi supresión de impuestos puede ser respaldada por muchas ideologías y servir como arma política, pero el pensamiento liberal se desmarca de toda esta demagogia asumiendo que el motivo de no soportar cargas impositivas no es un capricho, sino solo una forma de gestionarse libremente. De modo que no quieren recibir nada por parte del Estado, simplemente quieren ser libres de elegir qué hacer con sus recursos en un mercado libre. Así se sienten a favor de una privatización de las funciones públicas aparejada al cese de lo que entienden como una asfixia fiscal, que les permita gestionar su propio dinero y decidir libremente el agente de mercado al que acudir para satisfacer sus necesidades sin verse forzados a acudir al monopolio del Estado para ello. Y digo obligatoriamente y monopolio porque el liberal como persona intelectual y racional es consciente que sus recursos están siendo invertidos en estos servicios y en coherencia con su libertad y búsqueda del beneficio propio no va a pagar dos veces por un mismo servicio, ya sea por no ser económicamente posible o porque significaría ir en contra de sus ideales al no poder destinar ese dinero a otro agente de mercado que libremente desee, quedando resignado a acudir a los servicios públicos que le han obligado a consumir como víctima del expolio fiscal.

A pesar de todo, no es un cambio de rosas lo que espera a este grupo de jóvenes que ha conseguido hacerse mayor y comprender que fuera del intervencionismo de papá Estado se vive mucho mejor. En su día a día tendrán que lidiar con personas, políticos y medios de comunicación cargados de hipocresía que tratarán de difamar sobre sus ideas con demagogia y falsas verdades como, a modo ilustrativo por su candente actualidad,

acusaciones del estilo  “nos quieren quitar la sanidad” cuando realmente se pretende que se deje de pagar al Estado por ello para, con el dinero que ya obligatoriamente se paga al Estado, elegir libremente de quien recibir ese servicio en un mercado en el que la libre competencia aumentaría la calidad, eficiencia y eficacia de los servicios sanitarios. Tema que intentaré tratar en un siguiente post que titularé “La ineficiencia del monopolio de la sanidad, verdadera causa detrás de las listas de espera”. He aquí un avance en formato gráfico:
Finalmente cabe señalar que, actualmente, hay gente que por desconocimiento, censura o influencia de los medios no tienen o no han tenido acceso a  esta ideología que se expande rápidamente en nuestra sociedad, quedando lejos de ser un movimiento político pero resultando una grave amenaza para los mismos que, sin lugar a dudas, tratará de erradicarse. Es por eso que, en este mi primer post, trato de animar a todo el mundo a reflexionar de forma crítica sobre esta creciente forma de pensamiento y, quién sabe, incluso compartirla, madurarla, “hacerse mayores” y ver más allá de los ojos de papá Estado.

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