En las últimas semanas los españoles están siendo víctimas de un incesante bombardeo de publicidad política tanto a favor como en contra del aborto, en el que se esgrimen miles de argumentos para una y otra postura, algunos bastante elaborados y otros más bien propios de lúgubres tabernas. Se habla de derechos y de libertades, pero se obvia (porque en esta lucha política no interesa) el factor clave y determinante: la biología. Y es que lo que debería ser un debate científico se ha trasladado a un nivel político que poco puede aclarar.
Yo, personalmente, no me considero próvida ni pro aborto, es mas ni siquiera tengo una postura frente a este tema, pues me mantengo a la espera de una aclaración científica que me permita posicionarme en su favor o en su contra, ya que la clave de todo esto es saber si el feto es, o no, un ser humano. De serlo, teniendo en cuenta que el derecho a la vida está por encima de cualquier derecho, no debería permitirse el aborto salvo que haya en juego otro bien jurídico de igual o mayor valor. Y, en este caso, no existe un bien jurídico superior sino solo otro de igual valor, que sería la vida de la madre, y solo la vida, nunca la libertad de elección sobre su cuerpo como algunos pretenden defender.
Pero por desgracia aún carecemos de esa conclusión científica que arroje la luz suficiente para clarificar este debate. Ante esto no se puede adoptar una postura a favor o en contra del aborto dado que se desconocen los derechos en juego. Pero si se pueden alcanzar unas conclusiones claras y desmontar el carácter absoluto que pretenden dar a ambas posturas:
Y es este hecho de obviar las responsabilidades y afirmar las libertades lo más peligroso de este debate, pues es de necios predicar libertades sin asumir las responsabilidades que se puedan derivar de los propios actos realizados libremente. Así, la argumentación vacía, no sopesada, de la libertad de disposición sobre el propio cuerpo sin la asunción o estudio de las posibles consecuencias de los propios actos no supone otra cosa que un obstáculo más en el pedregoso camino hacia la libertad. Por lo que a toda persona que realmente desee una libertad real y basada en el respeto a los demás individuos no le queda más que esgrimir su propia postura desde una actitud desconfiante de esas personalidades que, falsamente, afirman actuar a favor de la libertad. Más aún cuando gran parte de ellos son defensores del intervencionismo público y restricción de las libertades de los individuos en numerosas materias (sobre todo si hay posibilidad de alimentar al superdesarrollado Estado).
En conclusión, se puede afirmar que nos encontramos ante un debate científico que aún no tiene una respuesta y del que algún que otro, cual buitre, pretende sacar un jugoso partido. Ante estos numerosos intereses, los ciudadanos debemos ser fuertes y críticos frente al bombardeo político y no dejar que se nos manipule en un tema tan trascendente.